Santo Domingo.- En los últimos años las producciones discográficas en formato de discos de vinilo, de pasta, o Long Play (LP, como eran conocidos hace unos años, de 33 revoluciones), o sencillos (de 45 revoluciones) han tenido un repunte entre los consumidores de música de todo el mundo.
En un momento en el que los servicios de reproducción de música han facilitado el acceso a las obras de todo tipo de artista, como Spotify, YouTube, Apple Music, y muchos otros, resulta interesante la existencia de un fragmento del público que ha decidido volver a un formato antiguo, y que se creía superado, como es el escuchar música en un tocadiscos.
República Dominicana no escapa a esta tendencia, y existe un segmento de la audiencia musical que ha decidido coleccionar álbumes en vinilo y regresar a ese culto que suponía sacar el disco, colocarlo en el tocadiscos, y sentarse a disfrutar de la música mientras se leen los créditos de la producción en la carátula.
Algunos de esos apasionados de este formato en nuestro país son Manuel Betances, Max “Dr Laxos” Cueto, Orlando Santos y Lady Hidalgo, quienes no solo se han dedicado a comprar LPs, sino que realizan actividades en las cuales sirven de disc jockeys colocando discos de sus colecciones.
Todos coinciden en que el sonido del vinilo en el tocadiscos es más cálido, ese “warm sound”, que la frialdad y distancia que supone enfrentarse a la reproducción de un disco compacto, en mp3, o cualquier servicio digital.
Y que, contrario a lo que se podría pensar, los amantes del vinilo entienden que el sonido es mucho mejor, y que claro, cuando el disco es reproducido en un aparato de calidad, se pueden escuchar muchos más detalles que cuando se realiza en otro soporte.
Para Manuel Betances, productor de radio, el auge reciente de este formato se debe moda, nostalgia, y negocio, y quien valoró que es desde 2013, cuando comienza a tener ese repunte total, con “Random Access Memories”, Daft Punk, que fue el más vendido en ese formato ese año, y entiendo que es que comienza esta fiebre, así como también, trabajos de Taylor Swift, Adele, y el “Black Star”, de David Bowie.
Al preguntarle que cuantos discos tiene en su colección dice un simple: “No sé”.
Sus preferencias a la hora de comprar, aunque su gusto es muy variado, desde World Music, Jazz, Clásico, está concentrado en material local. “Me mueven esos artistas nuevos, que entendemos que están haciendo un trabajo a nivel discográfico, porque son producciones que se volverían perdurables de aquí a diez años, no quizás como una moda”, explica Betances, quien se está centrando en comprar producciones dominicanas, que dice “hay mucho”.
Orlando Santos, crítico de cine, entiende que la vigencia del vinilo es parte de ese deseo humano de darle importancia a la preservación, por un amor importante por el arte o simplemente por moda.
Además, considera que la música ha sido el arte que más ha hecho énfasis en mantener el consumo en físico. “Todo el mundo entiende que es mejor hacerla en su mejor formato posible, y ese es el disco de vinilo”, considera Santos, quien tiene una colección, “mal contados, unos 182 discos”, y elige cuales comprar cuando descubre un artista o banda nueva, para entonces indagar si estas tiene música en ese formato y si tiene algún valor agregado (edición especial, primera tirada, a color, libro, etc).
Entre sus posesiones preferidas se encuentra el álbum “Because the Internet”, de Childish Gambino, que viene con el guión de un cortometraje, el soundtrack del videojuego “The Last of Us”, y las producciones de Gustavo Cerati.
Al igual que Betances, Max “Dr Laxos” Cueto siente a veces que es una moda, pero también un deseo de querer ver que se siente esa experiencia. “Hay generaciones que no vivieron con eso, y existe esa falsa nostalgia de encontrar en el vinilo esa sensación de fidelidad o calor sonoro”, considera, Cueto, quien es “Vinyl Selector”, es decir, una persona que selecciona discos y los reproduce en actividades y fiestas, tiene unos 2000 álbumes.
Entre sus gustos están el indie rock, jazz de la nueva escena, clásicos, música local alternativa y rarezas, “esos discos que son difíciles de encontrar”.
Lady Hidalgo, ingeniera industrial, y quién se está adentrando en el mundo del Vinyl Selector, este auge de los LPs tiene que ser la celebración de lo vintage y retro, también de nostalgia. “Al menos en mi caso muchos de los primeros vinilos que he adquirido, son de artistas que mis padres escuchaban, o música que consumía en mi adolescencia”, comenta, y que inició a coleccionar apenas el año pasado, y al día de hoy tiene 271 discos.
Una colección en la que no tiene un gusto específico, y asegura que compra mucha música de George Benson, Depeche Mode, Bjork, Ozzy Osbourne y música tropical (Wilfrido Vargas, Tabou Combo, entre otros), y el italo disco, por lo que busca trabajos de Giorgio Moroder, Marc Cerrone.
El problema del espacio
Una de las dificultades que enfrentan los coleccionistas es el espacio. Un detalle que la música digital o los servicios de reproducción multimedia habían resuelto, ya que no se necesita espacio físico para guardar los álbumes. Sin embargo, los que gustan de acumular discos de pasta tienen de frente este problema, ya que el formato es mucho más grande que un CD.
Es por este problema que Manuel Betances ha optado por comprar menos e incluso ha puesto en marcha un proceso de depuración. “Estoy saliendo de colecciones o producciones que entiendo que de aquí a cinco años no lo voy a colocar, ni en una fiesta donde pongo vinilos, ni siquiera en mi espacio”, asegura.
“Tengo un buen rato sin adquirir más discos porque precisamente no tengo espacio y por la delicadeza de mantenerlos “en salud”, expresa de su lado, Orlando Santos, mientras que “Dr Laxos”, que en muchos casos, más que el coleccionar se convierte en vicio. “Entonces, empiezas a priorizar qué quieres tener o qué puedes dejar pasar”, expone Cueto.
Y algo parecido vive Lady Hidalgo, quien posee un estante abierto, pero que ya visualiza comprar uno más grande ya que se está quedando sin espacio.
Por Pachico Tejada