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    Un pensamiento crítico: clave ante desafío desinformación


    En una sociedad saturada de información y desinformación, confundida por las medias verdades, las mentiras con visos de veracidad, estremecida por incesantes cambios tecnológicos, el discernimiento es fundamental como herramienta clarificadora para evaluar, diferenciar lo verdadero de lo falso, indispensable al momento de tomar decisiones, de hacer una elección acertada.

    Pensar, reflexionar, analizar, ejercitar el raciocinio, facultad olvidada en las prisas cotidianas, constituye un imperativo en medio de la incertidumbre con los retos de la Inteligencia Artificial (IA), proliferación de noticias falsas y daños de la difamación y la injuria.

    Ante la confusión que tal situación genera, se impone la construcción de un pensamiento lógico, crítico, capaz de discernir entre lo real y el engaño, cuestionar la información de manera reflexiva, llegar a juicios fiables, a conclusiones racionales, bien fundamentadas.

    A través de las plataformas digitales se recibe un flujo constante de información procedente de múltiples fuentes, por lo que es necesario aprender a analizar y discriminar los contenidos, lo que implica cuestionar supuestos, identificar prejuicios, evaluar evidencias y considerar diferentes perspectivas.

    Ciudadanos pensantes

    Pedagogos sostienen que eso es posible si desde temprana edad el pensamiento crítico se enseña y entrena en el hogar y la escuela, mediante un aprendizaje sostenido que propiciará el desarrollo de herramientas esenciales para el éxito académico y laboral, ser personas autónomas intelectualmente, formar ciudadanas y ciudadanos pensantes y participativos. Una tarea pendiente en República Dominicana, con alto déficit en la facultad de pensar lógica, críticamente, a juzgar por la aceptación sin cuestionamiento alguno de noticias falsas difundidas en las redes sociales.

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    Más allá de las apariencias

    Pensar críticamente ayuda a interpretar la realidad, el trasfondo de los hechos y de las informaciones, a ver más allá de las apariencias, de las intenciones interesadas que buscan distorsionar la verdad.

    Permite diferenciar argumentos y supuestos, entrenarse en reconocer sesgos, en la búsqueda de evidencias, formular argumentos lógicos y una actitud de duda metódica para evitar aceptar información sin examinarla.

    Esta facultad posibilita una mejor comprensión del mundo que nos rodea, estar más preparados para enfrentar desafíos cotidianos e impulsar el desarrollo comunitario mediante una ciudadanía responsable.

    Una urgencia

    La tendencia a aceptar fugazmente cuanto se lee o escucha sin previo razonamiento inquieta a educadores, para quienes más que una opción, educar en un pensamiento crítico, lógico, se ha vuelto una urgencia por la apremiante necesidad de fortalecer la capacidad de raciocinio, de análisis.

    Promueven la ejecución de programas educativos que enfaticen el desarrollo de un pensamiento indagador, creativo, innovador, fomentando habilidades cognitivas que permitan pensar críticamente, así como herramientas para internalizar contenidos y evaluar su calidad.

    Lograrlo implica un proceso intelectual deliberado y autocontrolado para llegar a un juicio razonable a través de un esfuerzo honesto de interpretación, análisis y evaluación de evidencias, procurando que ese juicio sea avalado a partir de conceptos, de su contexto y de los criterios en que se fundamenta.

    Pensar críticamente es cada vez más prioritario ante los cambios que asoman con la IA, el incremento de la interdependencia global y los riesgos que entraña una cultura de la información sin discriminación.
    Consecuentemente, urge educar en el pensamiento crítico, una de las habilidades más integrales que debe desarrollarse dentro del currículum escolar, en toda área académicas y asignaturas.

    Libre de prejuicios

    El profesorado podrá contribuir a modelar el pensamiento crítico en el estudiantado con sus propias acciones, demostrando cómo analizan la información, evalúan argumentos y llegan a conclusiones. Deberá estar atento a la calidad del pensamiento del estudiante, también del suyo, evitando que sea arbitrario, distorsionado, parcial o producto de la desinformación y prejuicios.

    Implementarlo en el aula requiere de un conjunto de técnicas, empezando por pequeñas actividades que trabajen el pensamiento lógico, crítico, hasta llegar gradualmente a plantear temas de investigación.
    Facilitar espacios para debates, discusiones donde el alumnado pueda expresar sus ideas, escuchar a otros y argumentar sus posiciones. Cuestionar y analizar, animarlos a hacer preguntas, buscar evidencias y analizar diferentes planteamientos, exponiendo su criterio.

    Utilizar ejemplos reales para que el alumnado aplique sus habilidades de pensar lógica y críticamente en contextos específicos. Estimular su curiosidad y animarlo a explorar diferentes perspectivas y cuestionar lo aprendido.

    En fin, un pensamiento crítico genera una opinión personal fundamentada, esencial para resolver problemas personales, familiares y sociales, enfrentar la cotidianidad en un mundo cada vez más demandante, cambiante y complejo.



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