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    Las protestas pro Palestina y contra un equipo israelí frenan la Vuelta a España


    Las protestas contra la participación en la ronda ciclista del equipo Israel-Premier Tech, propiedad de un empresario próximo a Benjamin Netanyahu, llena de banderas palestinas el recorrido de la prueba española, en la que se suceden protestas por el genocidio en la Franja de Gaza e incidentes que ponen a prueba la seguridad del pelotón.

    La Vuelta a España es una de las tres grandes carreras por etapas del calendario ciclista internacional, junto al Tour de Francia y el Giro de Italia. La edición en disputa finalizará el próximo domingo en Madrid tras un recorrido de 3.151 kilómetros jalonados por un apabullante número de banderas palestinas. Las protestas contra la participación del equipo Israel-Premier Tech han desbordado todas las previsiones y están siendo las verdaderas protagonistas de la prueba este año, relegando el duelo deportivo entre el ciclista danés Jonas Vingegaard y el portugués João Almeida a un plano secundario. 

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    El clamor contra el genocidio en la franja de Gaza del público de la ronda ciclista española ya ha logrado una victoria simbólica: el Israel-Premier Tech ha retirado de los maillots de sus corredores el nombre del país que gobierna Benjamin Netanyahu, cuya ofensiva militar en el enclave palestino ha provocado ya 64.000 muertes y una situación de hambruna generalizada según Naciones Unidas. Para los activistas, la desaparición del nombre de Israel en la equipación de los ciclistas no es suficiente, y continúan exigiendo a los organizadores de la Vuelta a España la expulsión del equipo del estado sionista.

    La movilización española, retransmitida en directo a 190 países de todo el mundo en cada etapa, alienta un debate que está traspasando fronteras: ¿deben los equipos israelíes continuar en competiciones deportivas internacionales mientras su ejército masacra a la población civil de Gaza? ¿Merecen el mismo veto impuesto a Rusia tras invadir Ucrania?

    El equipo Israel-Premier Tech compite en la Vuelta a España desde 2020, y el año pasado ya se cuestionó su presencia en la carrera. Las banderas de Palestina ondearon en puertos de montaña, cunetas y rectas de meta durante el recorrido de la cuarta edición que ganó el esloveno Primož Roglič, aunque el recrudecimiento de la ofensiva en Gaza en los últimos meses, encarnada en las imágenes de niños famélicos o en los despiadados asesinatos de civiles mientras trataban de conseguir alimentos, han multiplicado la indignación en las carreteras que atraviesa el pelotón con los ciclistas del equipo israelí.

    “No los podemos expulsar”, repitió el director de la Vuelta, Javier Guillén, en los días previos al inicio de la carrera ante el reclamo de diferentes organizaciones en apoyo a Palestina. Según los criterios establecidos por la Unión Ciclista Internacional (UCI), el Israel-Premier Tech reúne los méritos para disputar Tour, Giro y Vuelta. Solo la UCI podría vetar al equipo en las competiciones internacionales, como hizo con el Gazprom ruso tras la invasión de Ucrania, aunque no está por la labor. “El ciclismo no debe utilizarse bajo ninguna circunstancia como herramienta de castigo”, según justifica ahora la UCI, presidida el francés David Lappartient.

    De ese modo, la formación de ocho ciclistas de diferentes nacionalidades del Israel-Premier Tech estuvo en la salida de la Vuelta de 2025, que se produjo fuera de España, en la ciudad italiana de Turín el pasado 23 de agosto. Tras cuatro etapas en Italia y Francia sin incidentes, la formación israelí fue recibida con rechazo en cuanto pisó territorio español: en la contrarreloj por equipos de la quinta jornada, unos activistas intentaron detener a sus corredores en una carretera de la localidad catalana de Figueres portando banderas palestinas y una pancarta con el mensaje: “La neutralidad es complicidad. Boicot a Israel”.

    Unos días después, en la jornada con final en la ciudad vasca de Bilbao, se produjo un hecho inédito en la Vuelta: la organización tuvo que suspender la etapa a tres kilómetros de la meta por la ingente cantidad de manifestantes que protestaban por la presencia del equipo del millonario Sylvan Adams, empresario de origen canadiense y judío sionista cercano al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. 

    Para Sylvan Adams, hijo de un superviviente el Holocausto, el ciclismo es una herramienta para proyectar internacionalmente la imagen del estado de Israel, que aporta financiación a su equipo a través del Ministerio de Turismo. En 2018, el empresario logró que el Giro de Italia arrancara en Jerusalén, y también ha costeado la celebración de otros eventos deportivos en suelo israelí como el partido de fútbol amistoso entre las selecciones de Argentina y Uruguay que llevó a Leo Messi a jugar en Tel Aviv.



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