Santo Domingo.- Como la fiebre del vinilo ha tocado nuestro país, varios de los artistas locales han decidido lanzar sus producciones en este formato. Es el caso de Toque Profundo, con “Vivo”, su último trabajo, y además de sus anteriores trabajos; Rock&LOR, con “Periplos de cuarentena”; Pengbian Sang & Retro Jazz, con “Jazzeando el Cancionero Dominicano”, Vol. 4 y Vol. 1; Riccie Oriach, con “Viaje al infinito”, Diego Mena, con “Cadáveres en el Clóset”, entre otros discos.
A este grupo de músicos se unen muchos otros, quienes aprovechan este renacer que vive el formato, pero también con la intención de hacer algo que perdure.
“Nos movió el hecho de rescatar esas producciones y aprovechar el hecho de que se están fabricando y mucha gente los busca y los colecciona”, dice Joel Lazala, baterista de Toque Profundo, al hablar de las razones que movieron a su banda a volver a lanzar sus anteriores álbumes en pasta.
Y el hecho de que se quiera hacer perdurar el arte, es algo que motivó también a Lyle Reitzel, quien en su más reciente formación, Rock&LOR, ha lanzado el mencionado disco, algo que considera un orgullo, ya que el único que había hecho en vinilo era “Gazcue Es Arte”, con Cahobazul, en 1989. “Si uno tiene un álbum uno tiene la ilusión de trascender, después que uno deje de existir, en un vinilo de calidad”, comenta Reitzel, compositor y bajista.
De su lado, Pengbian Sang ha visto como los discos de pasta han tomado un auge, no solamente entre los entendidos. “Ha ido haciéndose popular entre un público un poco más amplio, incluyendo los jóvenes”, explica el arreglista, productor y bajista, y que lanzaron el Volumen 4, de sus trabajos de rescate de composiciones de autores dominicanos, por lo que lanzaron el Volumen 1, refiriendo que ambos han tenido muy buena acogida por el público.
El músico alternativo Riccie Oriach asegura que siempre ha sentido una conexión especial con lo analógico y lo orgánico, por lo que no es raro que también haya querido poner su obra en este soporte. “El vinilo tiene esa magia, ese calorcito que no se encuentra en lo digital. Grabar en vinilo fue una forma de honrar la música que me inspira, la que escuchaban mis viejos, la que tiene alma”, revela el intérprete de “La guayaba”, y que quiso capturar la esencia de lo que hacen, pero con un toque nostálgico y artesanal que te da el acetato y que además, es como tener un pedacito de arte en las manos.
Aficionado y coleccionador de vinilos, aparte de ser músico, Diego Mena comparte que cuando graba material nuevo siempre tiene en mente la mejor manera de que le llegue a la gente de la forma más fidedigna posible. “La masterización que es el paso final, la trabajo de dos maneras: unas plataformas digitales y otra para vinilos”, sostiene Mena, cantante y compositor.
Uno de los detalles que aporta el vinilo, por encima de lo digital, es que sus empaques dan espacio para la creatividad, aparte de lo que pudiera aportar el sonido. “La diferencia es que se escucha de otra manera y mucho mejor, pues además hicimos nuevas grabaciones y artes nuevas para eso, nuevas portadas”, dice Lazala, ya que las nuevas versiones de sus discos tienen portadas distintas a los anteriores en formato de disco compacto.
Una ceremonia, un ritual
Esa diferencia sonora la mencionan todos los artistas entrevistados, aseguran que el vinilo tiene más calidez. Pero el hecho de escuchar un disco en este formato lo califican como un ritual.
“Romper el plástico, sacar el disco, tener el cuidado de limpiarlo, es toda una ceremonia que te acerca más a la música”, dice Pengbian; “Poner un disco, sentarte, escucharlo de principio a fin… es otra experiencia”, aporta Oriach; “El vinilo es arte también. La diferencia es que a nivel de los agudos, los graves, suenan diferente, porque es algo físico que está en los surcos, dando vueltas”, comenta Reitzel; “El audio digital tiene mucha comprensión. Se escucha más chiquito, menos definición. Es como escuchar algo casi con una sábana tapándolo”, explica Mena.
Por Pachico Tejada